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martes, 19 de marzo de 2019

Diversidad y sexualidad.

¡Buenas chavalada!

En la entrada semanal voy a hablar de la educación sexual en personas con discapacidad intelectual, siempre es un tema en el que encontramos bastantes prejuicios en nuestra sociedad pues cuanto más si son personas con algún tipo de diversidad funcional. En mis prácticas del ciclo de Integración Social pude ver como la educación sexual de este colectivo era casi nula, se ponen muchas trabas, por ello creo que es importante como futura educadora social que soy trabajar en este ámbito ya que no todo el mundo se atreve a hablar con naturalidad de la sexualidad. 
Como he mencionado antes, la sexualidad siempre ha sido un tema tabú en toda la sociedad, por lo tanto, cuando hablamos de sexualidad en las personas con discapacidad intelectual, se hace mucho más complicado este tema y nos encontramos con mitos, prejuicios y falsas creencias que dificulta que las personas con diversidad tengan relaciones interpersonales, teniendo las mismas necesidades y derechos a una vida sexual y afectiva al igual que el resto de seres humanos; estos derechos sexuales y reproductivos se encuentran protegidos por la legislación internacional referente a los Derechos Humanos según la OMS.
Todxs somos seres sexuados, las relaciones afectivas y sexuales son importantes en la vida de cualquier persona y entendemos la sexualidad como un proceso de aprendizaje en el que el apego, la afectividad y el desarrollo sexual son aspectos esenciales. En el pasado, la sexualidad era entendida como una función de procreación dentro del matrimonio y las personas con discapacidad no eran consideradas aptas para casarse ni para tener hijos, por lo que no tenía sentido prestar atención a este aspecto de sus vidas. No sólo no se les ofrecía educación sexual, sino que la práctica habitual era intentar reprimir sus necesidades y manifestaciones sexuales, considerándolas peligrosas, obsesivas o de riesgo. 
Las condiciones de socialización de las personas con discapacidad intelectual así como las oportunidades para relacionarse con iguales en situaciones normalizadas, son escasas y con algunas carencias, limitando a veces su vida al contexto familiar y al de algún centro especial, contextos en los que están controlados y vigilados para evitar supuestos riesgos. 
Como consecuencia tienen menos juegos sexuales de imitación, exploración, seducción, caricias, intentos de coito, etc. Si a todo esto añadimos la resistencia de la familia y de la sociedad a la formación de parejas y todo lo que ello implica, acabaremos considerándolas personas «no sexuales». Las limitaciones del grado de discapacidad, la sobreprotección familiar, la carencia de entornos en los que interactuar con iguales y el no reconocimiento de su necesidad de intimidad sexual, hacen difícil y, a veces, casi imposible el que las personas con discapacidad intelectual tengan relaciones interpersonales, por no hablar de que  la sexualidad de las personas con discapacidad está rodeada de prejuicios, mitos o falsas creencias.
Por ello, creo que la educación sexual debe ser un proceso continuo desde la infancia, ya que el desarrollo sexual también es un proceso continuo de aprendizaje que evoluciona a lo largo de nuestras vidas. Los padres y madres son lxs primerxs educadores y educadoras sexuales, sirviendo de modelo sobre el amor, el afecto, el contacto y las relaciones, aunque se desarrolla con el tiempo a través de los compañerxs, los medios de comunicación y diferentes experiencias, todas éstas están muy limitadas para las personas con discapacidad. 
Parece que hablo de cosas muy obvias pero todavía actualmente hay gente que piensa de una forma retrógrada, sabiendo que la educación sexual solo busca objetivos como:
  • Promover en las personas la valoración positiva de la sexualidad, la igualdad social de los géneros, la autonomía y la responsabilidad, la convivencia solidaria y tolerante y la salud sexual.
  • Generar reflexiones sobre sus actitudes y valores respecto a la sexualidad e incrementar su nivel de formación.
  • Sensibilizar y concienciar sobre los principios y valores frente al ejercicio de la sexualidad.
  • Brindar información y formación acerca de factores de riesgo y control asociados a la iniciación sexual.
  • Brindar elementos que faciliten su autonomía y toma de decisiones en torno de la sexualidad.

Estos objetivos no son más que pura teoría que podéis sacar de cualquier página o documento que hay por Internet, pero en mi periodo de prácticas llevé acabo actividades como: 

  • Conocer la anatomía del cuerpo del hombre y la mujer.
  • Conocer las zonas erógenas en el cuerpo.
  • Trabajar la autoestima.
  • Mitos y falsas creencias de las PCDI en la sexualidad.
  • Métodos anticonceptivos.
  • Enfermedades de trasmisión sexual.
  • Cambios fisiológicos y psicológicos de las personas

Fue un placer trabajar con ellos y ellas la educación sexual, realmente necesitaban que alguien los guiara de manera correcta para así llevar una vida sexualmente sana, por eso siempre que puedo hablo o explico que la educación sexual es muy importante en nuestras vidas. Así que no tengáis tanta vergüenza de preguntar dudas, de informaros, de culturizaros sobre sexualidad porque es un tema como otro cualquiera.

Un placer, como cada día. 

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